viernes, 22 de octubre de 2021

Parnaso: Antología personal de Amado Nervo

 AMADO NERVO


Antología personal de:
Migue Rivera

***

LUCIÉRNAGAS

I

¡Chut! geniecillos, qué empeño
de hablar si el poeta calla.
Estaba enhebrando un sueño
y me habéis roto la malla...

Poniendo a la charla cotos
remendad mi malla trunca.
—Amigo, los sueños rotos
ya no se remiendan nunca,

II

—Bardo, ¿cuál es tu estandarte?
—Muchos son los que enarbolo.
—¿Qué mentor ha de guiarte?
—Ninguno: en amor y en arte
me deleita viajar solo.

III

¿Al nacer llamas fortuna?
¡Ah! la cuna sólo es
un ataúd al revés,
y el féretro es una cuna.

La diferencia consiste
en que la cuna, mi dueño,
es un ataúd risueño,
y el féretro... es una triste.

IV

Viajas de incógnito y sola;
mas yo sé quién eres ya:
¡Tonta! ¿No ves que te está
denunciando la aureola,

y los perfumes que exhalas
y tus cándidos asombros?
¡Vamos, tápate los hombros,
que se te asoman las alas!

V

Pelear como Jacob,
cantar como Anacreonte,
reír como Xenofonte,
lamentarse como Job,

embelesar como Armida,
navegar como Jonás:
¡eso es vida!... Lo demás
es limosna de la vida.

VI

Tus ojos: clara piscina
donde abreva el ideal.
Tu mirada: un madrigal
de Gutierre de Cetina.

VII

Una tarde, en mi sendero,
tuve un encuentro imprevisto:
me encontré con Jesucristo,
el divino limosnero.

El limosnero divino
lleno de melancolía
parecía, y parecía
muy cansado del camino.

—¿Adónde vas, señor? y
—A París, me respondió.
—A París... A París... no,
¡Señor, no vayas allí!
...¡Mas Cristo desapareció!

Encontrándole después:
—¿Qué hallaste? dije: y Él: —¡Les
perdono! Llegando apenas,
hallé muchas Magdalenas
y ungieron todas mis pies.


LAS SIRENAS
(LA TRISTEZA DEL CONVERSO)

En las ondas del verde caimanero,
estriadas de luz en áureas venas,
un grupo bullicioso de sirenas
juega y canta su canto lisonjero.

Es la luna de nácar un venero,
y al bañar ese nácar las sirenas
extensiones del golfo, de iris plenas,
finge hervores de perlas cada estero.

Dos sirenas del coro se retiran:
se quieren y se atraen; tornan, giran,
se besan en los labios escarlata,

sumérgense abrazadas en las olas,
y resurgen unidas sus dos colas
como una lira trémula de plata.


EN TODO

Yo en todo encarno ideal.
Para mi sed inmortal
todo beso es eucarístico,
y pongo un impulso místico
hasta en el amor sexual.


Fragmento de PENSANDO:

Si hoy a la blanca diosa de Citeres
honor y hacienda tu apetito inmola,
vivirás otra vida sin placeres,
idolatrando a todas las mujeres
y sin lograr que te ame ni una sola. 


RENUNCIACIÓN

¡Oh! Siddharta Gautama, tú tenías razón:
las angustias nos vienen del deseo; el edén
consiste en no anhelar, en la renunciación
completa, irrevocable, de toda posesión;
quien no desea nada, dondequiera está bien.

El deseo es un vaso de infinita amargura,
un pulpo de tentáculos insaciables, que al par
que se cortan, renacen para nuestra tortura.
El deseo es el padre del esplín, de la hartura,
¡y hay en él más perfidias que en las olas del mar!

Quien bebe como el Cínico el agua con la mano,
quien de volver la espalda al dinero es capaz,
quien ama sobre todas las cosas al Arcano,
¡ése es el victorioso, el fuerte, el soberano,
y no hay paz comparable con su perenne paz!


DE PASADA

A mis presurosos años, que serenos
por el mundo marchan, al placer ajenos,
díceles la Dicha, viéndoles venir,
y ellos le responden lo que vais a oír;

—¡Oh la turba pálida!, ¿por qué tan de prisa?
Descansad un rato, vuestra es mi morada;
os daré mi lecho, mi pan, mi sonrisa...

—Somos peregrinos; vamos de pasada;
no queremos nada.

—Aceptad al menos, para restauraros,
la cándida leche, recién ordeñada, 
de mi vaca negra de los ojos claros...

—Somos peregrinos; vamos de pasada;
no queremos nada.

—Respirad un poco la ideal esencia
de mis bellas flores que el rocío baña:
hay lirios de Harlem, rosas de Florencia,
claveles de España...
Escuchad siquiera los diáfanos trinos
de mis ruiseñores bajo la enramada... 

—Somos peregrinos; 
vamos de pasada;
no queremos nada.


EN PAZ

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!


YO VENGO DE UN BRUMOSO PAÍS LEJANO

Yo vengo de un brumoso país lejano,
regido por un viejo monarca triste...
Mi numen sólo busca lo que es arcano,
mi numen sólo adora lo que no existe.

Tú lloras por un sueño que está lejano,
tú aguardas un cariño que ya no existe,
se pierden tus pupilas en el arcano
como dos alas negras, y estás muy triste.

Eres mía: nacimos de un mismo arcano
y vamos, desdeñosos de cuanto existe,
en pos de ese brumoso país lejano,
regido por un viejo monarca triste...


REQUIEM

¡Oh, Señor, Dios de los ejércitos,
eterno Padre, eterno Rey,
por este mundo que creaste
con la virtud de tu poder;
porque dijiste: la luz sea,
y a tu palabra la luz fue;
porque coexistes con el Verbo,
porque contigo el Verbo es
desde los siglos de los siglos
y sin mañana y sin ayer,
requiem aeternam dona eis, Domine,
et lux perpetua luceat eis!

¡Oh, Jesucristo, por el frío
de tu pesebre de Belén,
por tus angustias en el Huerto,
por el vinagre y por la hiel,
por las espinas y las varas
con que tus carnes desgarré,
y por la cruz en que borraste
todas las culpas de Israel;
Hijo del Hombre, desolado,
trágico Dios, tremendo Juez:
requiem aeternam dona eis, Domine,
el lux perpetua luceat eis!

¡Divino Espíritu, Paráclito,
aspiración del gran Iaveh,
que unes al Padre con el Hijo,
y siendo el Uno sois los Tres;
por la paloma de alas níveas,
por la inviolada doncellez
de aquella Virgen que en su vientre
llevó al Mesías Emmanuel;
por las ardientes lenguas rojas
con que inspiraste ciencia y fe
a los discípulos amados
de Jesucristo, nuestro bien:
requiem aeternam dona eis, Domine,
el lux perpetua luceat eis!


ANATHEMA SIT

I
 
Si negare alguno que Santa María,
del Dios Paracleto paloma que albea,
concibió sin mengua de su doncellía,
¡anatema sea!
 
Anatema los que burlan el prodigio sin segundo
de la flor intacta y úber que da fruto siendo yema;
que los vientres que conozcan, como légamo infecundo,
no les brinde sino espurias floraciones. ¡Anatema!
 
II
 
Si alguno dijere que Cristo divino
por nos pecadores no murió en Judea
ni su cuerpo es hostia, ni su sangre vino,
¡anatema sea!
 
Anatema los que ríen de oblaciones celestiales
en que un Dios, loco de amores, es la víctima suprema;
que no formen para ellos ni su harina los trigales,
ni sus néctares sabrosos los viñedos. ¡Anatema!
 
III
 
Si alguno afirmare que el alma no existe,
que en los cráneos áridos perece la idea,
que la luz no surge tras la sombra triste,
¡anatema sea!
 
Anatema los que dicen al mortal que tema y dude,
anatema los que dicen al mortal que dude y tema;
que en la noche de sus duelos ni un cariño los escude,
ni los bese la esperanza de los justos. ¡Anatema!


EL POETA NIÑO

Sufrió su pasión,
río su reír,
cantó su canción...
¡Y se fue a dormir!

Se marchó risueño
después de cantar,
y tal es su sueño,
que no empeño, 
¡ay!, en despertar.

Sufrió su pasión,
río su reír,
cantó su canción...
¡Y se fue a dormir!


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